La metamorfosis de Bryan y la Isla del Diablo

En el sector del antiguo municipio de Río Piedras, conocido como Isla del Diablo, durante décadas la tierra fue insultada y degradada con toneladas de basura y escenario de tráfico ilícito de drogas, crímenes y delincuencia juvenil. Tras una intensa lucha comunitaria, hoy el mismo terreno yermo ofrece en respuesta flores, hortalizas y un bosque urbano, refugio y hábitat para especies endémicas de aves y plantas: un pulmón verde en el corazón de la ciudad.

Texto y fotografías de Yadira Hernández-Picó

Los insectos y aves fueron los primeros testigos cuando de la tierra yerma germinó la conciencia comunitaria y ambiental, y en la Isla del Diablo floreció el sentido de pertenencia, seguridad y orgullo hacia su entorno.

Ínsula en la que floreció el sentido de pertenencia y el orgullo hacia su entorno, y se cosechó una estructura económica, social y comunitaria fortalecida que produjo una fértil iniciativa empresarial colaborativa en la que niños y niñas de distintas nacionalidades y edades aprenden la ancestral labor de cultivo del suelo. Gozan, además, de un espacio en el que tienen acceso a estudios supervisados y talleres como parte de los servicios que ofrece el ahora nombrado Huerto, Vivero y Bosque Urbano Comunitario de Capetillo.

Bryan Maldonado Aquino (en primer plano), de 12 años, diariamente participa en las labores de siembra, riego y cosecha en el Huerto, Vivero y Bosque Urbano Comunitario de Capetillo, donde recibe tutorías por voluntarios universitarios.

El menor de cuatro hermanos, Bryan Maldonado Aquino, de 12 años, nació y se crio en el barrio Capetillo. Estudiante de educación especial que cursa el cuarto grado en la Escuela Elemental Berwind de Río Piedras, Bryan participa cada día de tres a seis de la tarde en las labores de siembra, riego, cosecha y venta de productos orgánicos en el Huerto de Capetillo, como mayormente se conoce.

Asimismo, recibe tutorías que ofrecen de manera voluntaria estudiantes y profesores universitarios. A través de esta experiencia de aprendizaje individualizada y continua, el progreso académico y la integración de Bryan a las dinámicas sociales es evidente, aseguran tanto su madre, Lizzette Aquino (33), como su tutora, Germie Corujo, catedrática de la Universidad de Puerto Rico con un doctorado en Educación con especialidad en Currículo y Enseñanza.

Bryan (al centro) en el Huerto acompañado de su madre, Lizzette Aquino (izq) y su tutora, Germie Corujo

La mayor fortaleza de este proyecto, a juicio de la docente, recae en su cumplimiento con la necesidad de brindar a los participantes “las experiencias de vida y educativas, exponiéndolos a un mundo de posibilidades, todo lo que está a nuestro alrededor influye en el proceso de aprendizaje”, estimulándolos, a su vez, a aspirar a estudios universitarios, explica Corujo. 

Al igual que Bryan, decenas de niños y niñas de esta comunidad interactúan a diario en el espacio rescatado, que pareciera más un centro cultural comunitario en el que residentes, vecinos y amigos; estudiantes, maestros y universitarios; niños, jóvenes y adultos; puertorriqueños y extranjeros; de todos los sectores convergen y coexisten. 

El Huerto, Vivero y Bosque Urbano Comunitario de Capetillo es una iniciativa de autogestión comunitaria conjunta con el Centro de Acción Urbana, Comunitaria y Empresarial (CAUCE) y el Recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico que comprende un predio de 1.5 cuerdas en el barrio Capetillo Abajo de San Juan. Los logros y contribuciones del proyecto fueron reconocidos en 2016 por la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA, por sus siglas en inglés) con el Premio Campeón Medioambiental por “demostrar un compromiso excepcional con la protección y mejoramiento de la calidad ambiental y la salud pública”.

La metamorfosis de Bryan, así como la de muchos en contacto con las tierras rescatadas, y de la Isla del Diablo tomó cerca de cinco años. El resultado de esa labor comunitaria ha dado como fruto un área de social de gran valor ambiental y ecológico en la que florece la justicia y se cosechan cambios sociales concretos y perdurables.