Volver a casa

[Returning Home]

(2017-Ongoing) Volver a casa [Returning Home] is an intimate chronicle of the devastation caused by Hurricane Maria — the worst natural disaster ever recorded in Puerto Rico — where thousands still lack a place to live safely and with dignity.

The personal long-term project highlights how underrepresented communities in my hometown of Maricao, western Puerto Rico, are disproportionately affected due to increased exposure to climate change-related events.

The series explores the resilience of some of the island’s most vulnerable and isolated communities from an insider perspective as I kept reporting on the unprecedented catastrophe caused by Hurricane Maria amidst the loss of my childhood home where my mother lived for the last 40 years until its destruction.

This project has been supported by the National Association of Latino Arts and Cultures (NALAC) and the National Endowment for the Humanities, in partnership with the Puerto Rican Endowment for the Humanities.

Glenda Bonilla Santiago

“Si se puede, reconstruyo aquí mismo. Aquí nací, aquí me crie, cuando me casé vinimos a vivir aquí, mis hijas han crecido aquí, siempre he vivido aquí. En lo que me dan las ayudas de FEMA, por lo menos para los ‘mattress’ de las nenas, nos vamos a ir una casita en Río Cañas (entre los municipios de Mayagüez y Las Marías). Cada vez que vengo lloro, pero sin que las nenas me vean.

Dos días después del huracán, vino primero mi esposo, llegó a pie por las barrancas porque no había paso, pero no me dijo lo que pasó con la casa… (silencio largo). Eso es material, en cualquier ‘lao’ se consigue, se empieza desde cero. Haciendo patios, música, anuncios y entierros con sonido, en lo que aparezca. Trabajando nos hacemos de nuestras cositas otra vez.”

Glenda camina sobre el piso de madera que cruje a su paso y que da indicios de que en cualquier momento se puede caer. Consciente de ello, advierte: “Por eso no he podido llegar hasta las cosas de allá, esas ya se perdieron.” Lo explica moviéndose entre sus pertenencias empapadas, inservibles, expuestas a la intemperie bajo un cielo borrascoso que anuncia más lluvia. Debe darse prisa para recoger las piezas de ropa de sus dos hijas, lo poco que ha podido recuperar y lavarlas a mano para tenderlas en un ranchón cercano.

Pero la fortaleza de Glenda tiene un límite, y se desvanece al hablar de su madre. Entonces, estalla en llanto. Tras las experiencias vividas durante la emergencia provocada por el huracán, su madre sufre una fuerte depresión y en ese momento se encuentra hospitalizada. A la perra de la familia, que sobrevivió el ciclón en el baño y le dieron respiración boca a boca días más tarde, cuando lograron llegar abriendo brechas entre los caminos bloqueados, ahora la llaman “María”.

Lisamary Rivera Ortiz y Kenyel Yahil Martínez

“Vivíamos aquí sin luz hace dos años, desde que nació el nene. El vecino me tiraba una extensión para la leche del nene, la nevera, un televisor y una bombilla. Llevábamos ya tantos días sin poder entrar ni salir, no había paso por ningún sitio, que nos bajaron agua y comida con una soga y una canasta en un helicóptero de la Guardia Costanera.”

“¡Mira mis juguetes, mamá! ¿Me los puedo llevar? ¿Y mi barco, ese sí?”

Era la primera vez que Kenyel, de dos años, volvía a la que fuera su casa antes el paso del huracán. Preguntaba qué pasó, por qué todo — hasta sus juguetes — está mojado y roto. A pesar de que un inspector certificó la perdida total de la estructura y propiedad personal, la ayuda de FEMA les fue denegada porque, según explica palpablemente cansada Lisamary, carecían del servicio de energía eléctrica antes del fenómeno natural. A siete meses del paso de María, viven en la casa de su suegra, mientras esperan por la contestación a la solicitud de revisión del caso.

Dionisia “Catín” Cruz Padilla 

“He vivido unos días muy malos. Hay que aceptar las cosas de la naturaleza, pero esta casa es el trabajo de toda la vida. Yo me sacrifiqué lavando ‘toilets’, y lo perdí todo en un abrir y cerrar de ojos. Dos o tres días después del huracán, vinieron unos americanos, pero yo no hablo inglés, y no tengo cuenta (de banco). Todavía no me han dicho nada de la ayuda… y esos toldos que están dando son flojísimos. Cada vez que llueve sigue uno perdiendo lo que costó tantos chavitos y esfuerzos.”

Transcurridos seis meses del paso del huracán, Catín tuvo un toldo sobre su casa donado por una institución religiosa, y cuyos costos de instalación ($160) pagó ella. La ayuda que solicitó a la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (FEMA, por sus siglas en inglés) le fue denegada, sin embargo, no contempla mudarse: “me pienso quedar aquí”. Lo dice con firmeza, mientras recorre con la mirada sus pertenencias, que siguen aún allí, cubiertas con plásticos y apiñadas en las esquinas.

El arrullo de la cosecha y los estragos de María

En medio del caos y la crisis agudizada por el devastador impacto del huracán María, en una finca productora de café la naturaleza parecía arrullar y bendecir, a través del aleteo de una mariposa, los únicos granos que pudieron ser cosechados y recogidos del suelo.

DORIAN LUGO-BERTRÁN

El visor implicado

Ensayo curatorial para la exposición fotográfica Volver a casa


20 de septiembre de 2017. De categoría cuatro a su entrada y posible categoría cinco en su paso por el centro de la Isla, el huracán María atraviesa Puerto Rico en peligrosa diagonal, abarcando la Isla toda. Ni un solo rincón quedó a salvo de su paso aplanador. Algunos quedaron, sin embargo, más afectados que otros, por diferentes razones. Uno de ellos fue el municipio de Maricao, conocido popularmente como el Pueblo de las Indieras, ubicado en el sector de la Cordillera Central en el centro-oeste de la Isla. 

En su segunda exposición individual, el tema no ha sido de fácil acercamiento para la fotoperiodista y gestora cultural Yadira Hernández-Picó, natural de Maricao. Los objetivos fotográficos captados por su visor son seres humanos, claro que sí, y son también compueblanos y, en caso particular, es su progenitora; otros objetivos fotográficos son entornos, claro que sí, y son también barrios vecinos, integrados por gente que, en ocasiones, se conoce.

Luego, Hernández-Picó emprende en automóvil un épico recorrido al municipio montañoso que normalmente le hubiera tomado unas tres horas; esta vez le tomó ocho. Su “vuelta a casa”, topos antiguo de la literatura y de la producción cultural general, se convirtió en una “busca de casa”, pues el paso de María había re-cartografiado su pueblo de crianza entero. Con carreteras intransitables por escombros y derrumbes, el nuevo Maricao era irreconocible, y exigía que una maricaeña de pura cepa preguntara a cualquier transeúnte por direcciones elementales, como turista: por cuál carretera andaba y cómo podía llegar a su barrio de crianza. Cuando al fin “vuelve a casa”, con lo que allí se topó no me toca relatarlo a mí, por discreción. Pero quizá esta exposición deje entrever la experiencia. Leer ensayo completo en español →

The Implicated Lens

Curatorial essay for the photography exhibition Returning Home


September 20, 2017. A category four on its entry, and a possible category five as it cut a path across the center of the Island, Hurricane Maria traversed Puerto Rico along a devastating diagonal, thus engulfing the entire Island. Not a single corner of Puerto Rico was spared its pulverizing onslaught. Some were, however, more affected than others, and for different reasons. One of them was the municipality of Maricao, locally known as the “Pueblo de las Indieras,” nestled within the Central Cordillera in the center-west of the island.

The subject of her second solo exhibition was not easily approached by the photojournalist and cultural manager Yadira Hernández-Picó, who spent her childhood in Maricao. The photographic subjects captured through her viewfinder are human beings, but they are also former neighbors and, in a particular case, a parent. The other photographic subjects are environments, of course, but they are also located in adjacent neighborhoods, made up of people who generally knew each other.

Later, Hernández-Picó set out by car on an epic journey to the mountainous municipality that normally would have taken her about two hours; this time it took her eight. Her “homecoming,” an ancient topos of literature and more broadly in cultural production, became a “home search,” since Maria’s passage had re-mapped her entire childhood town. With roads impassable because of debris and landslides, the new Maricao was unrecognizable, meaning that a purebred Maricaeña was forced to ask passersby for basic directions as if she were a tourist: Which road was she driving on and how could she get to her former neighborhood? When she finally “came home”, what she encountered should not be for me to reveal, out of discretion. But perhaps this exhibition offers a glimpse of that experience. Read Full Essay in English →

Yotziel y Joshniel Belén Medina

“Esa montaña se bajó completa y el fango les llevó la casita. Anthony, su esposa y la nena, que vivían ahí (señalan el esqueleto en madera y metales torcidos que queda en pie), no estaban en la casa cuando pasó (el huracán). Ahora viven en otro sitio, con los suegros, me dijo mi papá, y no van a volver nunca a la casa. Los juguetes y la ropita de la bebé están ahí, en el fango, ¿los viste?”

Los hermanos Yotziel y Joshniel, de 5 y 6 años, respectivamente, corren bicicleta en el lodazal, ajenos, ingenuos, entre los escombros enclavados en la tierra, aún húmeda, mientras narran la historia de sus vecinos.

Yolanda Picó

“Junto con las pérdidas materiales perdí lo que nunca voy a recuperar: recuerdos de la niñez de mis hijos, fotos y libros que atesoraba, mi jardín que era mi espacio. Perdí mi lugar en el mundo. Nunca me imaginé que esto pudiera pasar, porque la casa la construyó el abuelo, y el árbol de mangó de al frente, que también plantó él, eran centenarios. Luego de tantos temporales que la casa resistió, pensé que éste también.”

Al contarlo se quebranta su voz, se desbordan sus ojos en lágrimas reprimidas, lleva su mano a la cara y dice: “no puedo”. Así vivió mi madre semanas interminables y meses alargados por la expectativa, el sufrimiento y la incertidumbre. Estaba convencida de que preguntar le despertaría la tempestad de recuerdos dolorosos que a menudo reaparecían en su mirada. Por eso nunca retomé su entrevista. Pero una tarde se armó de valor para enfrentarse al silencio, los escombros y la destrucción del que fue su hogar por casi 40 años.

ANA TERESA TORO

Todos los barrios tu barrio

Ensayo para la exposición fotográfica Volver a casa


Volver. Aunque nunca se regresa verdaderamente a ninguna parte. Volver. Aunque ya no seamos los mismos. Volver. Aunque nadie nos espere. Volver. Aunque el lugar no tenga rastro de nuestras memorias. Volver.

Las narrativas en torno a la idea del regreso, particularmente, del regreso a casa son algunas de las más poderosas de la historia. Desde la niña que frota sus zapatillas rojas anhelando el regreso hasta el hombre que va de isla en isla anhelando el retorno, la fuerza de este camino narrativo se impone y se expande. Salimos al mundo y construimos narrativas sobre nosotros mismos, que naturalmente tienen como punto de partida — y tantas veces de retorno — el espacio que llamamos casa. Pero a veces volver a casa, también es volver a algún afecto. Otras, volver a casa es reconectar con el “yo” que fuimos cuando habitábamos ese espacio. Es decir, volver a casa de pronto se nos presenta como un retorno a la esencia, al “yo” más puro. Volver a casa es también volver a nuestra verdad.

La artista y documentalista Yadira Hernández-Picó nos invita a adentrarnos al espacio íntimo de un retorno doloroso. Su detallada documentación de las vidas e historias de los residentes de los barrios de las Indieras del municipio de Maricao, nos confrontan con la experiencia traumática del regreso a casa en el periodo posterior del paso del huracán María por Puerto Rico. La literalidad de esta narrativa — los personajes regresan a la que ha sido su casa y el paisaje ya no es el que fue — hace que cualquier valor metafórico se torne pequeño ante la dimensión del golpe de verdad: han regresado a casa, pero la casa ya no está. Han regresado a casa, pero ya nada es como era. El hogar que siempre está ha iniciado el viaje de los vientos. Rota la narrativa, el regreso es literalmente imposible. Leer ensayo completo en español →

Every town, your town

Essay for the photography exhibition Returning Home


Return. Although you can never really go back anywhere. Return. Although we are no longer the same. Return. Although no one is waiting for us. Return. Although that place bears no trace of our memories. Return.

The narratives surrounding the idea of returning, particularly returning home, are among the most powerful in history. From the girl who clicks her ruby slippers longing for a return to the man who travels from island to island longing for a return, the force of this narrative path persists and expands ever outward. We go out into the world and construct narratives about ourselves, which naturally have as their starting point — to which they so often return — that space we call home. However, sometimes returning home is also returning to a place filled with emotion. For others, returning home is reconnecting with the “I” we were when we inhabited that space. In other words, coming home appears to us as a return to our essence, to that purest “I.” Returning home is also returning to our own truth.

The artist and documentarian Yadira Hernández-Picó invites us to enter the intimate space of a painful return. Her detailed documentation of the lives and stories of the residents of the Indieras neighborhoods in the municipality of Maricao confronts us with the traumatic experience of returning home after the passage of Hurricane Maria in Puerto Rico. The literalness of this narrative — the characters returning to what was once their home only to discover an entire landscape that is utterly transformed — drains any metaphorical value we may ascribe to the return when faced with this dimension of catastrophic reality: They have returned home, but the house is gone. They have returned home, but nothing is as it was. The home that always was has now set off on its own journey, carried by the winds. The narrative is shattered, return is literally impossible. Read Full Essay in English →

Félix López

“Aquí estoy todo el día desde que pasó (el huracán), y cuando se pone oscuro pues entonces me voy pal lao (sic), a en casa de mi hijo. Estoy esperando por FEMA.”

Semanas más tarde, Félix tenía un toldo azul pobremente instalado que cubría lo que fue la cocina y parte de la sala de su casa, y con el que se protege un poco del candente sol o de las lluvias. En marzo, le fueron otorgados un total de $728 para rehacer su casa y hacerse de todas las pertenencias personales perdidas. Entre sus hijos y vecinos rehicieron la estructura con los mismos materiales recuperados y otros regalados.

“Nos vimos a gatas. Yo aquí, soy el hombre: buscando chavitos, comida, agua, gasolina… donde sea que me dicen, allá voy. Estuvimos un mes encerrados en el refugio. Caminábamos cinco horas hasta el colmado, y con un serrucho que hacíamos entre todos comprábamos arroz, habichuelas, raviolis de pote… hasta que como a las cuatro semanas pudimos llegar hasta Castañer (Lares) y conseguimos lo más esencial.”

Cuando me muera, así quiero que me recuerden”, dice entre lágrimas al ver su casa de “antes de María”.

Blanca Figueroa

La historia se repite para Blanca. Al perder su casa y todas sus pertenencias tras el paso del huracán Georges por Puerto Rico en 1998, ella se vio obligada a convertir una escuela clausurada ubicada en una de las zonas más aisladas del pueblo de Maricao en su hogar. Allí ha habitado por 20 años sin los servicios básicos de energía eléctrica ni agua potable. Meses más tarde, Blanca estaría parada en el mismo lugar sujetando la fotografía previa al huracán María.

Blanca Figueroa “Antes de María”

“Ya el café se acabó. Casi todos los palitos se murieron y tardan mucho (tres a cinco años) en volver a producir. Ahora estoy sembrando plátanos, que ya en ocho meses las matas paren. Se hizo la reclamación (al seguro agrícola), pero ¿cuántos meses han pasado y todavía no han aparecido?”

En julio de 2018, a 10 meses del paso del huracán María, el seguro agrícola le otorgó 585. ¿Solo 585 árboles de café?, pregunto incrédula. No, aclara resignado ‘Andeo’, 585 dólares por toda la cosecha perdida (estimada) de más de 20 cuerdas de tierras sembradas.

Guillermo “Andeo” Ramos 

“Ya no queda nada… los recuerdos, y cuidao (sic). Esta fue nuestra casa siempre, la casita de mis papás. Aquí nacimos con comadrona todos mis hermanos y yo.”

Algunas lágrimas, que de inmediato seca, se le escapan a Teresa, una mujer de una fortaleza notable. Y en un intento por tal vez recuperar esa fuerza sostiene en sus manos y besa el rosario que cuelga de su cuello.

Teresa Padilla

“Explotó la puerta y el fango se metió en toda la casa. Lo perdimos todo. Estuvimos paleando tierra como por una semana o más para poder entrar. Se llevó el portón… hasta los balaustres en cemento del balcón. Fuimos a llenar lo de FEMA, con eso yo espero poder arreglar y volver a la casa.”

José Antonio Sánchez 

“Bajo las circunstancias, somos millonarios. Hemos tratado de rehusarlo todo. Tres semanas antes de Irma, ya no teníamos luz. La ventaja de los que vivimos en el monte es que siempre hemos tenido el problema del servicio eléctrico, estamos más preparados. Estuvimos dos semanas de oficina en oficina peleando hasta conseguir el toldo y lo instalé yo mismo. No podía esperar a que se dañara lo poco que nos quedaba.”

Jaime Padilla

“Es doloroso. La cosecha desapareció. (El huracán) arrancó los palos de café de raíz, y dejó los granos en el piso. Este era el momento fuerte de la cosecha. ¿Ahora? A sembrar de nuevo, ya pedí al Departamento [de Agricultura] tres cuerdas de arbolitos de café en subsidio. Se puede trabajar, esto es una limpieza… luchemos olvidándonos del gobierno. Hemos cambiado, nos ayudamos más, nos hemos humanizado.”

Francisco Miró Justiniano 

¡Válgame! Eso sale en un dineral. Me negaron lo de FEMA disque (sic) por el sueldo, así que tengo que hacer todos los arreglos yo mismo: techar, la plomería, limpiar a picota, cortar la madera y los palos a mano, porque no nos han puesto la luz todavía… Ven acá Perla (mientras acaricia la gata) vamos a sentarnos aquí un ratito que ya esta bueno por hoy.”

Todos los días, Juan va a su casa y continúa trabajando hasta que se lo permite la luz del día. Es su segunda jornada de trabajo del día, que inicia una vez finaliza sus labores diarias como conserje en una escuela pública. La escuela en la que estudié, le digo, y me sorprende: “sí, yo me acuerdo de ti, desde que llegaste por ahí ya yo sabía quién eres”.

Juan J. “Migui” Martínez y Perla

“Yo me quedé aquí. Tú ganas algunas, no ganas todas, porque ya eso es un milagro y esta la perdí. Esto es lo que queda de 42 años, era de mi mamá, y para mí era una mansión… la estaba pintando. A las 6:30 de la mañana yo pensé ya esto se acabó, gracias a Dios, pero fue ahí cuando empezó a despegarse el techo, y yo recogiendo la ropa y el televisor en medio de la ventolera. Me metí por quién sabe cuántas horas en un bañito de cemento debajo de la casa. Cuando salí, todo, todo estaba inundado de tierra, estuve días sacándola.”

Raymond no había tomado la decisión de arreglar y permanecer en la casa o si como muchos emigra a los Estados Unidos, donde vivió por cerca de 20 años. Por ahora, dice, estaría contento con la “carpa azul”. Por el momento eso le bastaría.

Raymond Otero Cruz 

The Exhibition

The exhibition Volver a casa: crónica visual del Huracán María en las Indieras — Maricao, Puerto Rico by Yadira Hernández-Picó was held at the Fundación Banco Popular in San Juan, Puerto Rico from September to December 2018.

The Catalog

Exhibition catalog for Volver a casa: crónica visual del Huracán María en las Indieras — Maricao, Puerto Rico by Yadira Hernández-Picó (San Juan, PR: Fundación Banco Popular, 2018)

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